
La diseñadora, que se caracteriza por un estilo romántico, se inspiró en hadas y duendes para crear su colección de otoño-invierno.

Así se vieron vestidos largos de organza, terciopelo, encaje y tul de seda para la noche. Y para el día apostó por suéteres y vestidos de lana, algodón y terciopelo. ¿Su paleta de colores? Verdes, rosas y crudos.

“Sobre el rostro una base blanca para dar el efecto de ensueño que quería transmitir la diseñadora. En cuanto a los ojos se usaron sombras perladas de color cobre para darle mayor luminosidad a la mirada. Se acompañó con un delineado blanco y las pestañas también llevaron toques de blanco sobre las puntas. Los labios se tiñeron con un tono rosa pálido sólo sobre el centro. ¿El destacado de este look? Todo el rostro se iluminó con purpurina”, cuenta Vero Mendoza.
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